
“Asombrados,
los discípulos se reunieron alrededor del maestro y le preguntaron:
-¿Cómo
lo adivinaste, maestro?
Él
sonrió y, mientras echaba de nuevo a andar, dijo en voz baja:
-No ha
sido difícil. Si fuese un asesino, o un bandolero o cualquier otra especie de
criminal, habríamos visto entre las gentes del pueblo pena y compasión. Muchos
llorarían y algunos hasta pondrían el grito en el cielo proclamando su
inocencia. Al que tiene una creencia diferente, en cambio, se le puede
sacrificar y echar su cadáver a los perros sin que el pueblo se inmute.” de La ejecución (fragmento)
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