Un señor toma el tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo
el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el
mismo brazo.
Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas
que el señor abandona en un banco de plaza.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se
convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee y lo
deja convertido en un montón de hojas impresas.
Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se
convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee y
lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego se lo lleva a su
casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es
para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis.
En el barrio de Palermo Viejo (Buenos aires) entre las caller Serrano y Honduras se encuentra la Plaza Cortázar.
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