Contar un cuento es un milagro
Por Jorge Díaz
Contar un cuento es un milagro.
Algo tan inexplicable como respirar, como abrazar a alguien,
como enamorarse.
Algo que puede ocurrir sólo de vez en cuando, aunque nunca
sepamos si este estremecimiento fue el aleteo de un ángel
o
una corriente de aire.
No es cosa de decir: “voy a contar un cuento”.
Sería como decir: “voy hacer un milagro”.
Hace falta que llegue su hora y que haya cómplices.
El cuento es un misterio que sólo es revelado cuando
alguien, tembloroso, se lo cuenta alguien maravillado.
Entonces, cuando lo está contando se produce el prodigio:
El narrador regala con su palabra su piel, su sangre, su risa,
su amor a corazón abierto.
Cuando niño, encerré unos gusanos en una caja vacía de
cartón.
Pasaron unos días y al
abrirla apareció una nube de mariposas que volaron al sol.
Así son los cuentos: sólo se transforman en el aire, sólo
palpitan en el aliento de ese prestidigitador que es el
Cuentacuentos.
Gracias Claudio Ledesma por compartirlo
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