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miércoles, 5 de junio de 2013

Un sapo valiente y decidido



 
EL GRAN SALTO

Autores: Pablo, Tomás y Juan Ignacio


Este era un sapo aventurero que se llamaba Maximiliano Emanuel.
Recorría el bosque a los saltos. Un día saltando se encontró con un león que lo desafió al sapo a saltar.
Maximiliano que era muy astuto, le propuso que el que realizara un salto con piruetas sería el rey de la selva.
El león aceptó.
El león le propuso al sapo que el mono sea el juez del desafío, porque el mono siendo amigo del león, lo ayudaría; además el mono estaba en conflicto con el sapo porque cada vez que Maximiliano saltaba al río, lo mojaba.
El día del desafío todo estaba preparado.
El sol brillaba en el cielo azul y el río estaba tranquilo y transparente.
En la orilla tres sapos amigos de Maximiliano lo alentaban.
De pronto aparecieron el león y el sapo.
Más tarde llegó el mono.
Cuando estaba todo listo el primero en saltar fue el león, que estaba muy confiado. Tomo carrera, saltó, pero en el aire su peso no le permitió girar y cayó de espaldas haciendo temblar la tierra.
Aunque tal como el león esperaba el mono le puso un ocho.


En ese momento Maximiliano se dio cuenta de que el juez estaba favoreciendo al león. Él tendría que hacer el mejor salto de su vida si quería ganar.
Tomó carrera, pegó un salto, dio una vuelta en el aire, rebotó en un árbol, se elevó más allá de la copa de los árboles, desde allí se zambulló en el río y volvió a la superficie sentado como chinito.
Todos aplaudían, los elefantes, las jirafas y los tigres.
Todos aplaudían con fuerza.
El mono no pudo hacer trampa, a pesar de eso sólo le puso un nueve.
Desde ese día el león nunca más aceptó un desafío.
Y el sapo fue rey de la selva hasta su muerte súbita.


El estanque de Maximiliano Emanuel confeccionado en papel por Pablo.

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